"El infinito cabe en una hoja de papel". (Lu Chi)

viernes, 11 de octubre de 2013

Visitando... La Biblioteca Pública «Jovellanos»

Fue uno de los principales empeños de Gaspar Melchor de Jovellanos, y, finalmente, el 6 de enero de 1794 se inauguraba el Real Instituto Asturiano

 Un proyecto ambicioso que en poco tiempo se convertiría en la segunda biblioteca más importante de Asturias, tras la de la Universidad. Curiosa y desgraciadamente, ambas serían destruidas a principios del siglo pasado: la ovetense en 1934 y la de Gijón en el transcurso de la Guerra Civil. Los primeros fondos de aquella biblioteca fueron donados por el propio Jovellanos, así como por su hermano, Francisco de Paula.
A finales del siglo XVIII la biblioteca ya contaba con cerca de trescientas obras en más de setecientos volúmenes, de manera que, aunque el Real Instituto Asturiano se ubicó en un primer momento en la Plazuela de Jovellanos, Carlos IV decidió asignar fondos y pensiones para construir una edificación nueva que se adecuase a sus intenciones. Expoliada por las tropas francesas en dos ocasiones, en 1816 reunió buena parte de la colección personal de Jovellanos, quien así lo dispuso en su testamento. 4.854 volúmenes y 520 cuadernos y folletos se agruparon finalmente en un Real Instituto que, a lo largo de ese siglo, fue sumando diferentes fondos de relevantes donantes. En 1885 llegó a contar con cerca de doce mil quinientas obras, entre las que destacaban tres manuscritos anteriores al siglo XV, siete incunables, 256 impresos del siglo XVI, 301 del XVII y 5.797 del XVIII.

De Biblioteca del Instituto a Biblioteca Pública del Estado

En 1896 se incorporaba al centro un miembro del Cuerpo de Facultativos de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios, por lo que la biblioteca pasó a tener la consideración de pública, y que, aunque no destacaba por la actualización de sus fondos, sí poseía una valiosa colección de bocetos, donada por el propio Jovellanos, entre los que había obras de Murillo, Velázquez, Rembrandt o Durero, entre otros.

Se puede decir que en aquel momento la Biblioteca era ya una de las más importantes de Asturias, pero al compartir instalaciones con el cuartel de Simancas, durante la Guerra Civil, el 21 de agosto de 1936, fue devastada por el incendio provocado por el estallido de una granada. Dicen los informes oficiales que tanto los bocetos, como la biblioteca y los manuscritos de Jovellanos fueron destruidos aquella mañana, aunque la rumorología, y tal vez los deseos, han especulado durante años con la posibilidad de que al menos los bocetos permanezcan enterrados bajo las ruinas. Un tesoro escondido que, de existir aún y ser encontrados, nos llevaría a escribir otra historia.

Ocupando diferentes locales en el Antiguo Instituto de Jovellanos, finalmente y desde 1991, la Biblioteca Pública de Gijón se ubica en el antiguo Teatro Jovellanos, que fue sede también de la sucursal del Banco de España en Gijón. Una construcción majestuosa que recibe a sus visitantes con unas imponentes columnas en su pórtico de entrada y que, en su interior, depara no menos asombros.

La Biblioteca en el siglo XXI

Tiene una superficie de 4.600 m² construidos que están divididos en altura siete plantas, de las que tres están abiertas al público y lo que equivaldría al sótano acoge hoy el salón de actos, y el resto están destinadas a depósito y oficinas.
La Biblioteca Pública Jovellanos, declarada Bien de interés Cultural desde el 2010, cuenta en la actualidad con más de 200.000 mil volúmenes, de los cuales 80.000 son de acceso libre, y con un gran número de publicaciones periódicas además de materiales audiovisuales. Hablamos de una biblioteca que en el año 2012 efectuó un total de 203.823 préstamos y recibió 215.138 visitas, teniendo inscritos 88.470 usuarios adultos y 2.209 infantiles.

El tesoro: su fondo antiguo

Los más de ochocientos documentos, entre mapas y planos, que contiene el fondo cartográfico de la biblioteca suponen un llamativo atractivo para el visitante quien puede encontrar unos trescientos textos anteriores a 1901.
Asimismo, entre el fondo antiguo que custodia y que abarca desde el siglo XV al XIX, hay que destacar dos incunables: Opuscula de San Buenaventura (Brescia, 1495) y la Crónica del rey don Pedro y de los reyes Enrique y Juan I de Castilla de Pedro López de Ayala (Sevilla, 1495). A ellos hay que añadir, veintiún libros del siglo XVI, cincuenta y nueve obras del XVII, trescientos cincuenta y cinco títulos del XVIII, así como dos mil cuatrocientos cincuenta y seis del siglo XIX. Así, algunos de los títulos de los que cobija esta colección son el Arte de enfrentar de Francisco Pérez de Navarrete (Madrid, 1626), La Conjuración de Catilina y la Guerra de Jugurta de Salustio (Madrid, 1772), obra maestra de la imprenta de Ibarra, y el célebre Viaje a España de Antonio Ponz (Madrid, 1787-1794).


Un archivo inmenso, con una apasionante historia a sus espaldas, que obliga a no quedarse en una sola visita.

Fuente: biblioasturias.com

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