Entrevista a Juan Bolea, autor de la novela «El oro de los Jíbaros», donde recupera de nuevo a su investigadora Martina de Santo.
El día 5 de diciembre presentará «El oro de los Jíbaros» en la librería La buena letra, Gijón. El día 6 inaugura el II Congreso de Escritores Noveles.
--Después de Pálido monstruo, recupera de nuevo a Martina de
Santo. ¿Cómo acaba Martina inmiscuida en el oro de los jíbaros?
--En esta sexta entrega, encontramos una Martina un
poco más madura, cercana a los 40 años. La novela transcurre en el tiempo
actual, con todos los adelantos técnicos, científicos y de comunicación, pero
ella sigue siendo la misma detective intrépida, nacida para la solución del
crimen, no así tanto para los sentimientos humanos. Aunque aquí está viviendo
un peculiar romance con un antropólogo español especializado en las tribus
amazónicas y ese va a ser un poco el arranque de la novela. Gracias al
antropólogo vamos a conocer a las tribus amazónicas y una de ellas, los
jíbaros, es la que va a centrar rápidamente el enigma de la acción.
--¿Quién es Alfonso Graña en cuyos episodios se basan
algunas partes de esta novela?
--Todas las novelas tienen un punto de inspiración,
nacen de algún lugar y esta nace de dos relámpagos que me iluminaron. Uno es la
vida muy desconocida de un héroe español, un colono, Alfonso Graña, gallego,
que a finales del siglo XIX emigró a Brasil. Fue cauchero, buscador de oro y
fue capturado por los jíbaros en la década de los 20 del siglo XX. Sin embargo,
tuvo la habilidad para sobrevivir, de casarse con una princesa jíbara y llegar
a ser un gran defensor de las comunidades indígenas hasta llegar a ser conocido
como Alfonso I de Amazonia, el rey de los jíbaros. Es un personaje
extraordinario y muy desconocido que en principio yo investigué para otras
tareas y que luego me ha servido de inspiración y lo he adaptado a la novela.
He hecho una adaptación muy libre de algunos de sus episodios. Y luego hubo
otro punto de inspiración que fue el moderno tráfico de cabezas jíbaras.
--¿Existe ese tráfico?
--Es un hecho que se ha producido en los últimos años
en algunos puntos de Suramérica. Hay un coleccionismo muy siniestro de gente
dispuesta a pagar, ya no por una mano de orangután o un colmillo de marfil,
sino por una cabeza humana reducida según la chancha, que es la ceremonia
jíbara con las propiedades espirituales y misteriosas que tiene. Con todo esto he
construido una novela de acción y policíaca con un enigma porque casi todos mis
novelas se basan en un enigma.
--¿Es una novela más de género que Pálido monstruo?
--Sin duda. Soy un escritor muy bipolar en ese
sentido. Por una parte construyo novelas populares en el género de intriga y,
por otra parte, doy rienda suelta a un contenido más literario y artístico en
otro tipo de novelas que va por otros cauces como Pálido monstruo. Pero
la serie de Martina de Santo es una serie para la gente, para los lectores,
para disfrutar de una lectura rápida, con ritmo, intensidad y con elementos
culturales, que los hay. Me baso mucho en las civilizaciones antiguas y en las
viejas religiones, me fascina la antropología. Todo eso enriquece los textos,
pero al final es una novela de detectives donde uno se la juega contra la
inteligencia del lector que tiene que actuar como detective en la sombra, con
los mismos argumentos y posibilidades que la propia detectiva. Yo disfruto
enormemente escribiendo estas novelas. Por eso, cuando uno de mis maestros,
Noah Gordon, ha saludado mi trabajo como el de una fiesta, es la palabra que
define absolutamente la actividad que supone para mí estas novelas. Son una
fiesta y espero que lo sea para los lectores.
--¿La clave es que el lector disfrute?
--Por supuesto. Quiero que disfrute mucho. Que cuando
coja el libro, realmente los jíbaros con sus misterios le atrapen, no le dejen
descansar hasta que concluya la novela y, al mismo tiempo, le guste la
estructura de la novela, cómo está desarrollada, cómo los personajes aparecen,
cómo hablan, por qué van al Alto Marañón, por qué de pronto aparece Belice...
Esta novela está ambientada sobre todo en Madrid, en las islas de Belice, y en
la zona jíbara, que es la zona fronteriza entre Ecuador y Perú.
--¿Qué supone que Ediciones B vaya a reeditar
próximamente todas las novelas de Martina de Santo?
--Una gran ilusión y el premio a la constancia. Es muy
difícil que las novelas aguanten al paso del tiempo, pero cuando se crea un
personaje con vocación de pervivencia como es esta peculiar Martina, pues la
gente realmente se va aficionando a él, va conociendo su psicología, su forma
de ser, sus rarezas, sus iluminaciones, y al mismo tiempo va disfrutando con
sus aventuras porque son de una manera especial. Todas tienen unas
características parecidas, son casos muy extraños, muy poco normales, con
siempre un componente raro, sacrifical, mágico... Hay un elemento fantástico
raro que amplía mucho la dimensión de los lectores y que me evita tener que
utilizar la violencia gratuita porque no necesito motosierras ni psicópatas,
afortunadamente. Me basta con un enigma, un misterio y con tratar de llegar a
su solución.
--¿Cree que El oro de los jíbaros es la mejor novela de Martina
de Santo?
--Técnicamente es la mejor. Estoy muy satisfecho de su
ritmo, de la resolución, del juego de escenarios, es una novela que está muy
bien trabada. Es tremendamente dinámica y hay contenido. Esas son las grandes
claves de mi forma de entender la novela popular ya que tengo que llegar a toda
la gente. Estoy muy contento porque, además, no desmerece literariamente. Pero
es una novela para la gente y para el disfrute de la gente.
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