"El infinito cabe en una hoja de papel". (Lu Chi)

martes, 16 de julio de 2013

Las luces del puerto, de José Ángel Ordiz



¿Qué hace un profesor de Química como tú en un lugar como éste? Así dio comienzo el encuentro con José Ángel Ordiz Llaneza que mantuvieron en el año 2011 los usuarios de la Biblioteca Pública Municipal Carlos Gónzalez Posada de Candás (Asturias) , para comentar su obra "Las Luces del Puerto".
Una auténtica entrevista en la que el autor habló de cuáles fueron sus inicios, su motivación para escribir, cómo surge la novela y sus protagonistas, cuáles son sus gustos e influencias literarias y los entresijos del mundo editorial.
Si los guajes enredan en casa generalmente se les enchufa la tele o se les de la play. A José Ángel su madre le dio un libro y detrás de uno otro, abriéndole así un sinfín de mundos fantásticos e imaginarios, que años más tarde él crearía para deleite de todos. Su familia tenía miedo de que no se licenciase en Ciencias Químicas. Mientras estudiaba la tabla periódica seguía escribiendo y leyendo vorazmente, claro ejemplo de que las ciencias y las letras no tienen porque estar reñidas. Cuando ganó su primer premio fue cuando en casa ya dijeron "el guaje va en serio" y de ahí hasta hoy.
Su experiencia como profesor de Física y Química en varios institutos de secundaria le permitió tener cercano el departamento de Lengua y Literatura, sus colegas leían sus obras y se prestaban hacer correcciones.
A la pregunta de si el estilo de un autor nace o se hace, responde que escribe así porque es como a él le sale. Un estilo propio que dota a sus novelas de continuos cambios temporales, a la manera de "Pulp Fiction". José Ángel se define como gran cinéfilo y admirador de las películas de Quentin Tarantino. Y son estos cambios temporales los que ayudan a contar la historia de una forma más lógica, completando mejor la personalidad de los personajes y dejando en cierto modo algo de suspense para el final. Siendo como un rompecabezas en que cada pieza encaja perfectamente con las demás volviendo de este modo locos a sus lectores, muchos de ellos se "quejan" de que se pierden y que tienen que volver a releer su libro, a lo que él responde con humor, "no os quejéis así tenéis dos o tres libros por uno". Y es precisamente esa gracia la que caracteriza a muchos de sus personajes, los diálogos repletos de humor de los amigos Ciro y Tobesco, o los del cura y su hermano ateo, Jesús, hacen que la obra sea divertida a pesar de que exista en la historia una gran carga dramática. En este sentido el autor confiesa que ha recibido críticas por lo que respecta a la narración de la violación. A nosotros no nos ha parecido en absoluto dura la narración, no existiendo ninguna recreación en la novela de ésta. Siempre la realidad supera la ficción, basta con encender el televisor y ver las noticias.
Su obra esta llena de personajes corales que contribuyen a armar un poco de lío en la cabeza de los lectores. Muchos de ellos están sacados de la vida real o no, siendo la fuente de inspiración en muchas de sus novelas.
En cuanto al método, un caos perfectamente ordenado. El autor necesita título, principio y final, más o menos una idea general. Ideas concretas que caben en un post-it amarillo y anécdotas o hechos de la vida real que pueden estimular el nacimiento de una novela.
Las Luces del Puerto nos ha encantado, podemos decir que es una novela muy nuestra porque sucede en un lugar y en un entorno que nos resulta muy cercano, el mundo de la mar. Muy lejos de Laeken y muy próximo a Candás, muchos han reconocido que mientras leían la novela iban identificado las casas, las calles, el puerto y hasta el Silver Moon. Nos han parecido auténticas escenas de teatro costumbrista, encontrando similitudes con "José" de Armando Palacio Valdés.
A la pregunta ¿Por qué escribir? José Ángel nos responde: "don, maldición, enfermedad, pasión". Y a la pregunta ¿ Por qué leer? ¿Qué respondéis?

 

lunes, 8 de julio de 2013

«Todos sentimos una fascinación por el mal y las desgracias ajenas»



Con motivo de la XXVI edición de la Semana Negra de Gijón que se está celebrando en esta ciudad del 5 al 14 del presente mes de Julio, el profesor, crítico literario y novelista Luis García Jambrina ha concedido una entrevista al diario ABC que reproducimos a continuación:





MANUEL DE LA FUENTE / MADRID


Tras sus novelas históricas, su nueva obra es de género negro y está basada en la legendaria periodista de sucesos Margarita Landi.


De la Salamanca de Fernando de Rojas a la Salamanca de los oscuros años cincuenta, de la novela histórica a la novela negra. Ese es el apasionante camino recorrido por el profesor, crítico de ABC Cultural y novelista Luis García Jambrina desde su debut con «El manuscrito de piedra» (2008, Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza) y su continuación, «El manuscrito de nieve» (2010), ambas con el susodicho Rojas, autor de «La Celestina», como protagonista. Hasta «En tierra de lobos» (Ediciones B) -a partir del título de un poema de Claudio Rodríguez de su libro «Alianza y condena»-, protagonizada por Aurora Blanca, una periodista inspirada en la legendaria reportera de sucesos Margarita Landi, una mujer que marcó una época. El 9 de julio presentará esta nueva obra en la Semana Negra de Gijón. Pero antes, pasemos a los hechos.

-¿Cómo le vino a la cabeza inspirarse en alguien como Margarita Landi?

-La idea surgió después de leer una tesis doctoral sobre el semanario «El Caso» escrita por la hispanista francesa Marie Franco y editada en francés en el año 2004, justo el año en el que murió Margarita Landi. Se trata de un trabajo de investigación muy concienzudo y riguroso, lleno de datos, observaciones e interpretaciones muy sugerentes sobre el papel y la situación de esta publicación dentro del régimen franquista. 

-También tiene usted alguna vinculación personal con la historia.

-Mientras leía la tesis, me vinieron, además, a la cabeza algunos recuerdos de mi infancia. Mi abuelo, que era un lector voraz e incondicional de «El Caso», presumía ante todo el mundo de haber conocido a Margarita Landi e incluso de haberla ayudado en una ocasión en que esta había estado en Zamora para cubrir un crimen bastante truculento. Hablaba de ella con tanta fascinación que mi abuela se ponía muy celosa.
Cuando mi abuelo murió, encontré una carpeta llena de recortes con artículos y fotografías de la famosa reportera, también conocida como «la rubia del deportivo». Así que, cuando acabé de leer el libro de Marie Franco, enseguida se me impuso el proyecto de escribir una novela sobre ella, vista un poco desde los ojos de mi abuelo. 

-Hábleme algo más de esa mujer tan singular llamada Margarita Landi.

-Al parecer, fue una mujer extraordinaria, y más teniendo en cuenta el contexto en el que le tocó vivir. Fue una pionera dentro del periodismo español, una reportera intrépida y llena de recursos que llegó a hacerse muy popular. Pero, sobre todo, fue una mujer independiente en un mundo autoritario y dominado por los hombres. 

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(Fuente: ABC)

martes, 2 de julio de 2013

Prerrománico asturiano



En Asturias se conserva el más completo y homogéneo conjunto de arquitectura altomedieval de todo el Occidente europeo. Fechado a lo largo del siglo IX y primeros años del X, no tiene parangón por su calidad y magnífica conservación. El valor de la arquitectura se suma a la extraordinaria orfebrería, y juntos desarrollan una fuerza comparable a la de otros “renacimientos” europeos coetáneos, pudiendo equipararse al nivel alcanzado por las cortes carolingia o bizantina.

Este arte constituye el testimonio más importante de las raíces históricas y de las tradiciones culturales originarias del Reino de Asturias. De este legado, se conservan doce templos y tres construcciones civiles.

Entre los primeros se cuentan Santuyano o San Julián de los Prados (791-842), San Miguel de Lliño (844-850), San Pedro de Nora (siglo IX), Santa María de Bendones (siglo IX), Santa Cristina de Lena (hacia 848), Santo Adriano de Tuñón (consagrada en 891), San Salvador de Valdediós (consagrada en 893), San Salvador de Priesca (consagrada en 921), Santiago de Gobiendes (segunda mitad del s. IX), Santa María de Arbazal (siglos VIII-X), San Andrés de Bedriñana (siglo IX) y la Cámara Santa de San Salvador de Oviedo (hacia 884).

Entre las construcciones civiles se encuentran Santa María de Naranco (altar dedicado en 848), la denominada Torre Vieja de San Salvador de Oviedo (probablemente coetánea a la Cámara Santa) y la fuente de Foncalada en Oviedo (primera mitad del siglo IX). Otros templos asturianos conservan partes atribuibles al período altomedieval, como Santianes de Pravia (774-783) o el testero de San Tirso de Oviedo (791-842).

Desde 1985 seis monumentos del Prerrománico asturiano son Patrimonio Mundial de la UNESCO, por ser una muestra relevante de la cultura del reino cristiano de Asturias, desarrollada en el momento de mayor esplendor del emirato de Córdoba, y por la notable influencia que ejerció en la posterior arquitectura europea.

San Julián de los Prados.- Alfonso II edificó una iglesia en honor de San Julián y Basilisa, de gran tamaño y admirable armonía

Mandado construir por Alfonso II (791-842), conforma un templo de planta basilical, de cabecera triple, tres pórticos, dos laterales y otro ubicado al oeste. Consta de tres naves, la central más ancha y alta que las laterales y un transepto destacado en altura, iluminado por un gran vano abierto en el lado sur y separado de la nave central por un arco de triunfo. Las naves están separadas por arquerías de medio punto de ladrillo que apoyan sobre pilares de sección cuadrada.

La decoración escultórica se reduce a la arquería interior de la capilla mayor, donde se conservan ocho capiteles corintios reutilizados, de posible cronología visigótica. Son piezas de gran perfección técnica, labradas en mármol, procedentes probablemente de un taller ubicado en Tierra de Campos. Destacan también dos placas de mármol decoradas con hexágonos y motivos florales que han sido reaprovechadas como revestimiento interior de las jambas de la capilla central.

De notable valor arquitectónico, la importancia trascendental de Santuyano estriba en la conservación de la decoración pictórica interior, sin paralelo en Europa Occidental, por su extensión, grado de conservación y programa iconográfico. La técnica al fresco, los motivos geométricos, vegetales y arquitectónicos y el carácter anicónico del programa, remite a prototipos clásicos pompeyanos del siglo I y modelos de la Baja Antigüedad. La majestad del interior de Santuyano nos permite valorar adecuadamente el nivel cultural alcanzado en la corte ovetense.

El edificio también estuvo revestido al exterior, cubriendo la pobreza del aparejo murario. El enlucido exterior de estos edificios ha sido suficientemente atestiguado, por lo que la  imagen actual es engañosa: hemos de hacer el esfuerzo de imaginarlos enfoscados y completamente pintados. Hoy en día se debe plantear devolver a esta arquitectura su aspecto originario, especialmente donde se conservan pinturas interiores, por razones de protección y conservación.

San Miguel de Lliño.-  En un lugar denominado Ligno levantó Ramiro I (842-850) un templo que desde el siglo XII al menos lleva la advocación de San Miguel. Se encuentra a unos 300 metros al Noroeste de Santa María de Naranco. Las divergencias de proyecto y de ejecución entre los dos son lo bastante grandes como para deducir que no corresponden a la actuación del mismo maestro ni taller.

La historia de este templo es accidentada. A fines del siglo XI había sufrido un derrumbe que afectó a los dos tercios de su fábrica original. Sólo permaneció en pie el sector occidental. Tras haber demolido las ruinas, la estructura restante fue consolidada y completada con una tosca capilla oriental, construida en el mismo siglo XI o en los primeros años del XII.

La planta original comprendía un rectángulo de unos 20x10 m, en el que se insertaban una cabecera triple, con tres capillas rectangulares embutidas en único muro testero, un posible transepto inscrito en planta, tres naves divididas por arquerías de ladrillo sobre columnas y un complejo antecuerpo occidental. No tuvo cámaras laterales al Norte y al Sur de las naves. Todas las dependencias del edifico están abovedadas con cañón.

La decoración escultórica es especialmente importante. Forman parte de ella tanto piezas reaprovechadas como labradas ex profeso, lo que resta unidad estilística al edificio. En el exterior, lo más destacable es la serie de celosías caladas, de las que conservamos dos originales en la fachada Oeste y en la fachada Sur. En el interior destacan las grandes columnas de las arquerías divisorias de las naves, apoyadas sobre basas historiadas y coronadas por capiteles imposta troncopiramidales. Las basas, de las que se han conservado una veintena, constituyen uno de los conjuntos escultóricos más originales de toda la Alta Edad Media. Se trata de bloques prismáticos, divididos en sectores cuadrangulares por líneas sogueadas, en cuyo interior se sitúan los Símbolos de los Evangelistas (Tetramorfos).

Este conjunto escultórico atestigua sobre la diversidad de manos que han trabajado en el templo del Naranco. La obra cumbre de la escultura de Lillo se encuentra en las jambas del pórtico. Se trata de dos piezas monolíticas coronadas por una imposta de billetes. En sus frentes, divididos en tres campos, han sido labrados motivos relacionados con los juegos circenses romanos. En el campo superior, representación del cónsul entre dos funcionarios. En el campo central se han esculpido escenas circenses, con una doma de león, erguido en dos patas ante el domador, equipado con bastón y látigo, y un funambulista, en ejercicio de equilibrio sobre una pértiga, apreciándose en segundo plano la jaula o caja de la que ha salido el animal.

El interior del templo conserva importantes restos del revestimiento pictórico original. En las bóvedas de las naves se contemplan motivos de casetones semejantes a los de las capillas de la cabecera de Santullano, formados por octógonos y hexágonos enlazados, con flores y estrellas en el interior.

San Pedro de Nora.- El templo destaca por la elevada altura de su interior, sus considerables dimensiones y la carencia de estructuras occidentales. De igual modo, es peculiar la situación y alzado de las dos dependencias laterales, únicas en la arquitectura altomedieval asturiana. Por ello, escapa a la tipología basilical habitual, y ofrece dudas sobre su inicial destino.

No conocemos menciones documentales ni cronísticas referidas al momento fundacional, salvo las contenidas en composiciones documentales del Libro de los Testamentos del obispo Pelayo de Oviedo, de principios del siglo XII, y citas de una iglesia de San Pedro, en la villa Naura, datadas en 1078 y 1079.

Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el templo han permitido reconstruir la planta original. Se trata de un edificio basilical de tres naves, con cuatro tramos sobre arquerías de medio punto apoyadas en pilares cuadrangulares, y triple cabecera rectangular, de testero recto único. Cuenta con dos dependencias laterales de planta rectangular abiertas al segundo tramo de las naves laterales y dispuestas en doble altura, lo que constituye una novedad en las soluciones arquitectónicas asturianas. No fue previsto ni antecuerpo occidental, ni pórtico, ni transepto.

Las capillas de la cabecera están en la actualidad comunicadas entre sí mediante huecos, circunstancia excepcional en la arquitectura altomedieval asturiana, y común en algunos templos románicos, lo que hace sospechar que fueron abiertas con ocasión de reformas plenomedievales. La cámara supraabsidal sobre la capilla central, reproduce el modelo de la de Santullano, con triple hueco jerarquizado en el tamaño, mayor el central que los laterales.

Salvo las capillas de la cabecera, cubiertas con bóveda de cañón, el resto de los espacios del templo están cubiertos con carpintería de madera. El aparejo dominante es la mampostería de pequeños bloques calizos, cuidadosamente tallados y dispuestos en hiladas horizontales, con sillares en las esquinas, sobre zócalo perimetral. Los paramentos exteriores están articulados mediante estribos de sillería atizonados en el muro. Los vanos, conforme el usual sistema basilical asturiano, se disponen en los muros de la nave central, sobre las enjutas de los arcos de las arquerías divisorias. Son de contorno rectangular. En la actualidad, se utiliza exclusivamente la puerta occidental para el ingreso al interior, habiéndose cancelado las puertas abiertas en las naves laterales. A éstas se abren también las puertas de comunicación con las dependencias salientes, de planta rectangular y con dos pisos, abierto el superior mediante gran hueco a la respectiva nave.

Apenas existe escultura arquitectónica reseñable. Los pilares de las arquerías divisorias, de sección cuadrada, rematan en las habituales impostas molduradas con bandas horizontales, que sirven igualmente como basas. Elementos idénticos figuran en los arcos triunfales de acceso a las capillas de la cabecera. Al exterior, las fachadas oriental y occidental poseen modillones de rollo único para el apoyo de las durmientes de la cubierta, similares a los que se pueden ver en Santullano o San Tirso de Oviedo.

El aspecto actual es el resultado de una larga restauración realizada entre 1952 y 1964, que comprendió la construcción de un enorme campanario, para el que no existen ni fundamentos arqueológicos ni tipológicos.

Santa María de Bendones.- El aspecto actual es el resultado de una larga y polémica reconstrucción de un edificio que fue identificado cuando el alzado conservado no superaba el 50% de la fábrica original. Presenta, debido a esta circunstancia, aspectos irresolubles, que impiden extraer todo su significado a este enigmático templo. Parece, sin embargo, seguro que la torre situada junto al ángulo SO no pertenece al proyecto original, permaneciendo desconocida su fecha de construcción.

No poseemos ninguna referencia coetánea que permita asentar sobre bases sólidas la cronología de este edificio. El único dato válido es el resto de pintura mural del intradós del arco de ingreso a la capilla central, con un motivo similar a los conservados en Santullano. Esta circunstancia permite proponer la fecha del siglo IX, sin excluir una datación incluso a principios del X, como atestigua la pervivencia de la misma tradición pictórica en San Salvador de Priesca, consagrada en 921.