En Asturias se conserva el más completo y
homogéneo conjunto de arquitectura altomedieval de todo el Occidente europeo.
Fechado a lo largo del siglo IX y primeros años del X, no tiene parangón por su
calidad y magnífica conservación. El valor de la arquitectura se suma a la
extraordinaria orfebrería, y juntos desarrollan una fuerza comparable a la de
otros “renacimientos” europeos coetáneos, pudiendo equipararse al nivel
alcanzado por las cortes carolingia o bizantina.
Este arte constituye el testimonio más
importante de las raíces históricas y de las tradiciones culturales originarias
del Reino de Asturias. De este legado, se conservan doce templos y tres
construcciones civiles.
Entre los primeros se cuentan Santuyano o San
Julián de los Prados (791-842), San Miguel de Lliño (844-850), San Pedro de
Nora (siglo IX), Santa María de Bendones (siglo IX), Santa Cristina de Lena
(hacia 848), Santo Adriano de Tuñón (consagrada en 891), San Salvador de
Valdediós (consagrada en 893), San Salvador de Priesca (consagrada en 921),
Santiago de Gobiendes (segunda mitad del s. IX), Santa María de Arbazal (siglos
VIII-X), San Andrés de Bedriñana (siglo IX) y la Cámara Santa de San Salvador
de Oviedo (hacia 884).
Entre las construcciones civiles se
encuentran Santa María de Naranco (altar dedicado en 848), la denominada Torre
Vieja de San Salvador de Oviedo (probablemente coetánea a la Cámara Santa) y la
fuente de Foncalada en Oviedo (primera mitad del siglo IX). Otros templos
asturianos conservan partes atribuibles al período altomedieval, como Santianes
de Pravia (774-783) o el testero de San Tirso de Oviedo (791-842).
Desde 1985 seis monumentos del Prerrománico
asturiano son Patrimonio Mundial de la UNESCO, por ser una muestra relevante de
la cultura del reino cristiano de Asturias, desarrollada en el momento de mayor
esplendor del emirato de Córdoba, y por la notable influencia que ejerció en la
posterior arquitectura europea.
San Julián de los Prados.-
Alfonso II edificó una iglesia en honor de San Julián y Basilisa, de gran
tamaño y admirable armonía
Mandado construir por Alfonso II (791-842), conforma un templo de planta
basilical, de cabecera triple, tres pórticos, dos laterales y otro ubicado al
oeste. Consta de tres naves, la central más ancha y alta que las laterales y un
transepto destacado en altura, iluminado por un gran vano abierto en el lado
sur y separado de la nave central por un arco de triunfo. Las naves están
separadas por arquerías de medio punto de ladrillo que apoyan sobre pilares de
sección cuadrada.
La decoración escultórica se reduce a la arquería interior de la capilla mayor,
donde se conservan ocho capiteles corintios reutilizados, de posible cronología
visigótica. Son piezas de gran perfección técnica, labradas en mármol,
procedentes probablemente de un taller ubicado en Tierra de Campos. Destacan
también dos placas de mármol decoradas con hexágonos y motivos florales que han
sido reaprovechadas como revestimiento interior de las jambas de la capilla
central.
De notable valor arquitectónico, la importancia trascendental de Santuyano
estriba en la conservación de la decoración pictórica interior, sin paralelo en
Europa Occidental, por su extensión, grado de conservación y programa
iconográfico. La técnica al fresco, los motivos geométricos, vegetales y
arquitectónicos y el carácter anicónico del programa, remite a prototipos
clásicos pompeyanos del siglo I y modelos de la Baja Antigüedad. La majestad
del interior de Santuyano nos permite valorar adecuadamente el nivel cultural
alcanzado en la corte ovetense.
El edificio también estuvo revestido al exterior, cubriendo la pobreza del
aparejo murario. El enlucido exterior de estos edificios ha sido
suficientemente atestiguado, por lo que la imagen actual es engañosa:
hemos de hacer el esfuerzo de imaginarlos enfoscados y completamente pintados.
Hoy en día se debe plantear devolver a esta arquitectura su aspecto originario,
especialmente donde se conservan pinturas interiores, por razones de protección
y conservación.
San Miguel de Lliño.- En un lugar denominado Ligno levantó Ramiro I
(842-850) un templo que desde el siglo XII al menos lleva la advocación de San
Miguel. Se encuentra a unos 300 metros al Noroeste de Santa María de Naranco.
Las divergencias de proyecto y de ejecución entre los dos son lo bastante
grandes como para deducir que no corresponden a la actuación del mismo maestro
ni taller.
La historia de este templo es accidentada. A fines del siglo XI había sufrido
un derrumbe que afectó a los dos tercios de su fábrica original. Sólo permaneció
en pie el sector occidental. Tras haber demolido las ruinas, la estructura
restante fue consolidada y completada con una tosca capilla oriental,
construida en el mismo siglo XI o en los primeros años del XII.
La planta original comprendía un rectángulo de unos 20x10 m, en el que se
insertaban una cabecera triple, con tres capillas rectangulares embutidas en
único muro testero, un posible transepto inscrito en planta, tres naves
divididas por arquerías de ladrillo sobre columnas y un complejo antecuerpo
occidental. No tuvo cámaras laterales al Norte y al Sur de las naves. Todas las
dependencias del edifico están abovedadas con cañón.
La decoración escultórica es especialmente importante. Forman parte de ella
tanto piezas reaprovechadas como labradas ex profeso, lo que resta unidad
estilística al edificio. En el exterior, lo más destacable es la serie de
celosías caladas, de las que conservamos dos originales en la fachada Oeste y
en la fachada Sur. En el interior destacan las grandes columnas de las arquerías
divisorias de las naves, apoyadas sobre basas historiadas y coronadas por
capiteles imposta troncopiramidales. Las basas, de las que se han conservado
una veintena, constituyen uno de los conjuntos escultóricos más originales de
toda la Alta Edad Media. Se trata de bloques prismáticos, divididos en sectores
cuadrangulares por líneas sogueadas, en cuyo interior se sitúan los Símbolos de
los Evangelistas (Tetramorfos).
Este conjunto escultórico atestigua sobre la diversidad de manos que han
trabajado en el templo del Naranco. La obra cumbre de la escultura de Lillo se
encuentra en las jambas del pórtico. Se trata de dos piezas monolíticas
coronadas por una imposta de billetes. En sus frentes, divididos en tres
campos, han sido labrados motivos relacionados con los juegos circenses
romanos. En el campo superior, representación del cónsul entre dos
funcionarios. En el campo central se han esculpido escenas circenses, con una
doma de león, erguido en dos patas ante el domador, equipado con bastón y látigo,
y un funambulista, en ejercicio de equilibrio sobre una pértiga, apreciándose
en segundo plano la jaula o caja de la que ha salido el animal.
El interior del templo conserva importantes restos del revestimiento pictórico
original. En las bóvedas de las naves se contemplan motivos de casetones
semejantes a los de las capillas de la cabecera de Santullano, formados por
octógonos y hexágonos enlazados, con flores y estrellas en el interior.
San Pedro de Nora.-
El templo destaca por la elevada altura de su interior, sus considerables
dimensiones y la carencia de estructuras occidentales. De igual modo, es
peculiar la situación y alzado de las dos dependencias laterales, únicas en la
arquitectura altomedieval asturiana. Por ello, escapa a la tipología basilical
habitual, y ofrece dudas sobre su inicial destino.
No conocemos menciones documentales ni cronísticas referidas al momento
fundacional, salvo las contenidas en composiciones documentales del Libro de
los Testamentos del obispo Pelayo de Oviedo, de principios del siglo XII, y
citas de una iglesia de San Pedro, en la villa Naura, datadas en 1078 y 1079.
Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el templo han permitido
reconstruir la planta original. Se trata de un edificio basilical de tres
naves, con cuatro tramos sobre arquerías de medio punto apoyadas en pilares
cuadrangulares, y triple cabecera rectangular, de testero recto único. Cuenta
con dos dependencias laterales de planta rectangular abiertas al segundo tramo de
las naves laterales y dispuestas en doble altura, lo que constituye una novedad
en las soluciones arquitectónicas asturianas. No fue previsto ni antecuerpo
occidental, ni pórtico, ni transepto.
Las capillas de la cabecera están en la actualidad comunicadas entre sí
mediante huecos, circunstancia excepcional en la arquitectura altomedieval
asturiana, y común en algunos templos románicos, lo que hace sospechar que
fueron abiertas con ocasión de reformas plenomedievales. La cámara supraabsidal
sobre la capilla central, reproduce el modelo de la de Santullano, con triple
hueco jerarquizado en el tamaño, mayor el central que los laterales.
Salvo las capillas de la cabecera, cubiertas con bóveda de cañón, el resto de
los espacios del templo están cubiertos con carpintería de madera. El aparejo
dominante es la mampostería de pequeños bloques calizos, cuidadosamente
tallados y dispuestos en hiladas horizontales, con sillares en las esquinas,
sobre zócalo perimetral. Los paramentos exteriores están articulados mediante
estribos de sillería atizonados en el muro. Los vanos, conforme el usual
sistema basilical asturiano, se disponen en los muros de la nave central, sobre
las enjutas de los arcos de las arquerías divisorias. Son de contorno
rectangular. En la actualidad, se utiliza exclusivamente la puerta occidental
para el ingreso al interior, habiéndose cancelado las puertas abiertas en las
naves laterales. A éstas se abren también las puertas de comunicación con las
dependencias salientes, de planta rectangular y con dos pisos, abierto el
superior mediante gran hueco a la respectiva nave.
Apenas existe escultura arquitectónica reseñable. Los pilares de las arquerías
divisorias, de sección cuadrada, rematan en las habituales impostas molduradas
con bandas horizontales, que sirven igualmente como basas. Elementos idénticos
figuran en los arcos triunfales de acceso a las capillas de la cabecera. Al
exterior, las fachadas oriental y occidental poseen modillones de rollo único
para el apoyo de las durmientes de la cubierta, similares a los que se pueden
ver en Santullano o San Tirso de Oviedo.
El aspecto actual es el resultado de una larga restauración realizada entre
1952 y 1964, que comprendió la construcción de un enorme campanario, para el
que no existen ni fundamentos arqueológicos ni tipológicos.
Santa María de Bendones.- El aspecto actual es el resultado de una
larga y polémica reconstrucción de un edificio que fue identificado cuando el
alzado conservado no superaba el 50% de la fábrica original. Presenta, debido a
esta circunstancia, aspectos irresolubles, que impiden extraer todo su
significado a este enigmático templo. Parece, sin embargo, seguro que la torre
situada junto al ángulo SO no pertenece al proyecto original, permaneciendo
desconocida su fecha de construcción.
No poseemos ninguna referencia coetánea que permita asentar sobre bases sólidas
la cronología de este edificio. El único dato válido es el resto de pintura
mural del intradós del arco de ingreso a la capilla central, con un motivo
similar a los conservados en Santullano. Esta circunstancia permite proponer la
fecha del siglo IX, sin excluir una datación incluso a principios del X, como
atestigua la pervivencia de la misma tradición pictórica en San Salvador de
Priesca, consagrada en 921.